miércoles, 4 de agosto de 2010

Des-aparición.

Hay un coro de olvido en la ciudad
Se olvidan los soles de eneros por la tarde
Se ocultan las miradas agenas al infortunio
Las hojas se olvidan del cielo
Y las aves se olvidan del frio
Todo se torna un calvario desde que el flautista se llevó las ratas, los niños, los sueños, las vidas.
Los jovenes se olvidan que los sueños pesan más que unas cuantas piedras en la mochila
Los enfermos se olvidan que la vitalidad está en la ilusión.
Los escepticos se olvidan que todo es una mentira.
Se olvidan los años y con ellos las partidas.
Se olvida lo necesario y lo justo
Las coincidencias se enterraron en un jardin de flores exóticas.
Y ahora el destino no es más que ceniza.
Los electrisistas mataron a las luciernagas
Y estas fueron dejadas en el olvido de una cuenta de luz impaga.
Se olvidaron de los álamos en el camino
Y los almendros en el parque.
Se olvidaron que nuestros padres todavia caminan (algunos con dificultad)
¿Donde dejaron nuestras madres los pañuelos bordados con que secaban nuestras lagrimas?
Se olvidaron de los brazos abiertos y de los cuentos al dormir
Se ocultaron los poetas mal intencionados
Se perdieron en la distancia como hombres despavoridos.
A donde se fueron los pretextos?
A donde se fué el tiempo perdido?
A donde se fueron los viajes en tren?
y los principes azules?
Se olvidaron de cuidar a los ancianos y los niños
Se olvidaron de la dignidad y del frio en los huesos.
Se olvidaron y con ellos dejaron habitar a la soledad, el misterio, el gozo y la agonía.
Se olvidaron y aqui ya no hay consuelo
Se olvidaron que nunca estuvimos a la altura de la libertad que se nos dio.
Y hoy, una joven camina por las calles de esta oscura ciudad, mientras se desliza por los pasajes oscuro sin llamar la atencion, sus aleteos amarillos de borran del cielo, del aire, de la luz, y al igual que todas las personas, dobla en aquella esquina y en aquel instante se siente como un canario volando hacia un lugar que acaba de olvidar.

Owari

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