
La muchacha llegó a su hogar agitada.
Sabía lo que se avecinaba, y tenía que acabar con ello -ella- lo más pronto posible.
Buscó el arma con cierta locura mental y al hallarla se sintió algo intranquila.
Miró el arma que acabaría con su Perra vida y no se veía tan l e t a l , era pequeña y no sabía como algo como eso iba a matarla
Pero tenía que hacerlo.
Los bellos ojos de papel se llenaron de lagrimas.
Hace mucho que no lloraba y no sabía muy bien que clase de sentimiento era el que la rebajaba a unos sollozos tan efímeros.
Rabia? Pena? Felicidad? soledad? desesperación?
A l i n eó cada sentimiento pero su cerebro no era más que un mar de incognitas color cielo.
No se iba a detener a analizar su evidente necesidad de comprensión y entendimiento.
Iba a morirse.
Por un segundo en aquella fría soledad sostenida en un mudo grito de desesperación deseó ayuda.
Alguna razón para seguir ahí, de pié, necesitaba algo que la hiciera entrar en razón, pero luego de un reordenamiento de ideas volvió a lo mismo.
Nadie podía ayudarla, No, por mucho que le ofrecieran ayuda, Ella estaba en otro camino, Ella estaba sola en su T....u....n....e....l, en aquel Tunel oscuro al que nadie podía entrar.
Se estaba quemando en un espiral de reflejos arrítmicos.
Tenía que morirse, Tenía que apagar sus ojos de papel y destruir esa cinta interminable de imagenes en las que ella
era infeliz.
No podía, no quería imaginar el seguir aquella vida llena de crucigramas y melodramas mal actuados.
Tenía que demostrar que algo podía hacer por ella y por su sanidad mental.
Se miró nuevamente, y su soledad se apoderó de cada espacio en aquella habitación.
No había nada, ahora más que nunca se sentía tan agena a todo lo que le rodeaba, tan agena a ese mundo que nunca le había dado la oportunidad de ser [feliz].
Sabía que probablemente llorarían su partida pero la memoria es fragil y podía morir con ello.
No podía quedarse, no habían p.u.e.n.t.e.s, no habia nada,
Se le escapaban suspiros de agonía con cada mirada de certeza reflejada en sus manos presionando contra ella el arma
que la llevaría a la muerte.
Y por su mente pasó el flash de una luz intermitente.
Su campo visual se redujo a un limite habitacional y se miró en un estado de catalepsia casi impuesto.
N...............o...,- murmuró con un hilillo de voz,- Aún no...- repitió con insuficiencia cardiaca
No sabía el como ni el porque
Pero en aquel flash de mini-segundos vislubró una casi arritmica esperanza de vida.
Sus palabras fueron inmersas en una cAtAlEpsIA inscontante.
Y de pronto el aire no era tan pesado.
Y la muchacha ojos de papel, sin darse cuenta dejó el arma letal a un lado y volvió a su habitación.
Aún no... necesitaba un trozo más de vida.
Podría malograr su vida luego, total para su condición de ser humano era un derecho inalelible.
Owari.
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