lunes, 20 de septiembre de 2010

PielporPiel


Exploraba sus costas, su piel y sudor se iban desmenuzando en un laberinto de nerviosos terminos.
Se deslizó por la piedra fina de sus castillos y paseó por las tierras humedas de sus bosques.
Se perdió un momento en sus ojos, nublados, profundos, boscosos...
Aquel viaje ídilico y utópico parecía no tener fin.
Esa mírada mediterranea tan única, ni el céltico, ni el nórdico, ni el irlandés se comparaban a aquel brillo de joya fina.
No sólo a esperanza, esos labios sabian a lluvia de abril, a brisa marina, a campiña inglesa, a noche estrellada, a abismo de gloria infinita, a violeta, a acantilados, rios, montañas, pantanos, bosques.
Tantos campos vírgenes por explorar, todo la extensión del aquel territorio para ser acariciado por la yema de sus dedos.
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{- El soldado es un hombre,
y la vida del hombre un instante;
bebe, pues, el soldado }
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[NoquieropublicarmasentradasporquelosorbesdelserangelicalpuedenDesaparecer.] Mierda.
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Owari.

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