Me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta...
Esa risa que sola a cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra.
Esos ojos que tienen el poder de despertar a los muertos.
Me encanta pensarle, obstinadamente, como un vil loco de fiebre despojandose de todo, invitado al salto, al vértigo, a la Fuga.
.
.
.
.
.
Owari.
No hay comentarios:
Publicar un comentario