Y cuando ya había asumido mi indecible miseria solitaria, me paraste de frente y yo no pude más que seguir tu palabras pisando los restos de ilusiones que habían quedado a tu espera.
Estaba esperando el momento oportuno para despertarme y decir "!Zaz! Que buen sueño" pero al hacerlo descubrí que seguian ahí las palabras y recuerdo casi vivo, casi blanco e inerte de lo que habia ocurrido
Si había ocurrido
Como algo totalmente incapaz de suceder, como una pelicula, como una fotografia en la pared.
Tu estuviste y yo también, e intercambiamos algo más que palabras rapidas y nerviosas, más que comunes acuerdo de preguntar y responder...
Nosotros enlazamos nuestra historia, como se enlazan los cordones y cintas de navidad.
Y tuve miedo, por que una vez que esto pasa, es como si cruzaras un puente y luego das vuelta y dices "No hay vuelta atrás, no hay vuelta atrás, no hay vuelta atrás". Se supone también (en base al desconcierto) que debía estar feliz, pero esa sensación se mezclaba con el miedo y la incapacidad viva de ponerme los pantalones y tomar una decisión.
"Estoy callendo" pensé al instante, y ahí estaba depositado el miedo, en sus ojos de un esperanzador calor hogareño, en su escribir rapido con palabras simples, en su confidencia infantil casi limpia de cualquier prejuicio. Ahí estaba yo, rogando por que siguiera haciendome feliz con cada segundo en que respiraba y a la vez rogando por que dejara de hacerme feliz y me despertara de un porrazo digno de no hacerme soñar jamán con su presencia.
Ahora debería estar pensando en qué camino es el indicado, en que hacer si quiero arrepentirme y salir corriendo una vez que sus manos ya estén sobre mis hombros.
Pero en cambio me estoy arropando, escondiendo la cabeza en mi polar y leyendo historias donde el amor no tiene fin porque los mejores relatos nunca tienen uno.
Owari (estoy volviendo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario